Al día siguiente nos levantamos tempranito para ir a Ráquira y poder llegar temprano a Bogotá, que ya teníamos mono de apartamento.
La verdad es que como pueblo es curioso, la gente, la arquitectura, los colores, pero despues, a parte de la cerámica no tiene nada, menos la iglesia y la alcaldía todo son tiendas de suvenir.
Por cierto, probé las famosas arepas... que fatiguitaaaaa...es como darle un bocado a un corcho mojado...para colmo me ponen el café con azucar ... buajjj
Ya me diréis si el ambiente no era peculiar... el Antonio Sampayo saliendo de misa no tiene precio...
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